martes, 12 de agosto de 2014

Meditación frente a la inmadurez



¡Oh Señor, Dios mío! ¡Haz que crezca!
a veces las canas y arrugas son señales de madurez,
pero algunas actitudes y reacciones son infantiles;
como que tuviera un niño dentro de mí que no quiere madurar,
sana las heridas psicológicas que puede tener este niño interior
que se complace vivir en su incomprensible inmadurez,
ayúdalo a salir de su zona de confort,
ayúdalo a salir de la calidez de sus fantasías
que son ajenas a la realidad.

¡Oh Señor, Dios mío!  ¡Haz que crezca!
sal a mi encuentro y lleva a este niño que llevo dentro 
por la escalera de la perfección y de la sana madurez,
ayúdame a valorar las responsabilidades de la vida,
ayúdame a madurar en mis decisiones y acciones,
y sobre todo ayúdame a crecer en gracia y santidad,
para que cuando llegue a la madurez del alma,
tenga la sabiduría del amor, la fe y la esperanza de un hijo celestial
y viva por toda una eternidad alabándote y bendiciéndote por siempre.

Amén.

Elaborado el sábado, 13 de octubre de 2012

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