viernes, 5 de septiembre de 2014

Oración contra la acedia


¡Oh amado Dios!, que perdonas y nos amas tanto;
nos comportamos como siervos infieles e indiferentes,
fortalece nuestra vigilancia interior para resistir:
en estos momentos de desánimo por hacer las cosas,
estas amarguras de la mente que nos distrae,
estas actitudes indolentes frente a nuestro prójimo,
estos cansancios de Dios que tenemos en oración.

¡Oh amado Padre!, ayúdanos a luchar contra la pereza,
aleja de nosotros esas inclinaciones al pesimismo,
a evitar las comodidades del cuerpo y huidas de los problemas,
elimina esa complacencia en la ociosidad que tenemos,
incentiva el fervor en nuestras oraciones hacia ti,
ayúdanos aceptar los bienes sobrenaturales
para la grandeza de nuestra naturaleza humana y divina.

¡Oh Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal! ten piedad de nosotros
y con María Santísima, auxílianos para luchar contra las hijas de la acedia:
La desesperación, la vagabunda inquietud del espíritu, 
la embotada indiferencia, la poquedad de ánimo,
la irritada oposición a la grandeza divina,
y finalmente a la auténtica maldad.

¡Oh Amado Dios!, dadnos la grandeza de ánimo que necesitamos;
dadnos la sabiduría, la esperanza, la disciplina y la alegría;
para que confiemos en la grandeza de la existencia humana,
pero principalmente confiemos en tu divina Misericordia
y cuando tengas sed, no te demos vinagre, sino puro amor;
que junto a los Santos y Ángeles del cielo te alabemos, 
porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre Señor.

Amen.

Elaborado el sábado, 25 de mayo de 2013

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