pero mi pecado hace que no te vea,
sólo escucho una voz en mi interior:
¿Qué estás haciendo? -¡Me cuestiona!-
es el interior de mi corazón que se revela,
con la mirada de Cristo Rey que me sondea,
es su mirada profunda que me conmueve,
mostrándome mi deuda por su Pasión Salvadora,
salen lágrimas de mi corazón arrepentido,
que me exhorta a cambiar mi relajada vida.
¡Santo temor de Dios quiero tener!
para nunca más ofenderlo,
encaminándome por el buen sendero,
para cuando vuelva a mirar mi corazón,
vea el constante latido de mi conversión,
ahora puedo ver la mirada del amor,
es el Cristo que se hace presente,
irradiándome con su Misericordia Divina,
y saliendo tres palabras benditas de mi alma:
¡Viva Cristo Rey!
Amén.
Elaborado el sábado, 12 de octubre de 2013
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